El comienzo.

Cuando llevas mucho tiempo esperando que un día llegue, cuando lo tienes todo idealizado, crees saber cada minuto lo que va a pasar y ya tienes todo planeado para que salga «perfecto», la vida te enseña que tus planes no son nada.

Hay días que quisieras levantarte y que todo tuviera el color del yoga, un gris suave o un azul tranquilo para que todo fuera calma y luz, pero te das cuenta que la vida tiene un color para cada persona, y otro para cada situación.

Cuando logras entender que una mañana con tu bebe puede ser amarilla brillante o verde hoja de plátano aun cuando no te dejo dormir en toda la noche estas tomando la decisión de cambiar los colore con los que la vida viene. Puede que no lo veas y donde otros ven oportunidad de compartir, tu veas falta de tiempo, cansancio y rutina pero no pasa nada, porque como ya te dije antes, cada día trae su color y tampoco pasa nada por sentirse mal.  Hay que sentirse mal algún día para saber lo que es sentirse bien.

A veces yo quisiera que mi vida tuviera un color neutro, mi casa fuera nórdica y mi trabajo fuera minimalista… pero no es así. Mi vida esta llena de pinceladas de todos los colores, vivo con el recuerdo del gris del Cantábrico y sueño con el azul del caribe. Tengo un hijo que adora las pelotas de colores y los estrambóticos juguetes de FisherPrice y una familia que es como una colcha de retazos, cada uno tiene una pinta diferente.  En mi trabajo el dolor y la impotencia tienen el mismo color y la gente soporta vidas en blanco y negro con la mayor entereza.

Y después de tener días nublados, con colores revueltos sin saber en realidad de que color es mi vida, escojo no tener que escoger.  Prefiero esperar que me trae el día a día, sin dramatismo, lo acepto con valentía y dispuesta a comprender su color y las sorpresas que este traiga para mi.  Y con la mayor ilusión de compartirlo con quien me quiera oír.

Bienvenido a mi blog!


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